domingo, 8 de marzo de 2015

El japonés que se convirtió mirando orejas.

Hace tiempo me contaron una historia...

Conocí a un japonés, del Japón profundo, un hombre inquieto, perspicaz y observador, cuando lo conocí no tenía Fe, pero buscaba la manera de convertirse, no sabía como, y como sabía mis deseos de ser sacerdote me pidió que le diese unas catequesis...
           ¿Cómo le das unas catequesis a alguien así? -pregunté
Pues desglosando el ¿por qué creo? no a través de las vías de Santo Tomás, sino a través de las manifestaciones de Dios a los hombres y los hombres a Dios, pero, no nos vayamos del tema...

Después de dos años de intensas conversaciones y grandes debates seguía en las mismas, estaba más inquieto, pero no sabía como llegar a Él, como aclararse para conocer al Creador...

Su vida transcurría de manera normal, tenía un trabajo en una fábrica de cepillos de dientes, todos los días veía como miles de cepillos de dientes iguales, de iguales hebras y distintos colores se formaban en una cadena de perfecta perfección, nada alteraba esa cadena, siempre se producía el mismo número de cepillos y siempre se paraban a la misma hora... 

Esa monotonía, ese ir y volver de cada día, de casa al metro, del metro al trabajo, de ahí otra vez al metro y luego a casa, le hizo fijarse en los detalles, en las pequeñas cosillas de los días que no fueran igual que ayer, cuando llegaba la primavera, le entusiasmaba ver el primer cerezo que se abría... en otoño, como los días cambiaban de color... pero durante los inviernos no tenía mucho en que fijarse así que un día decidió fijarse en las orejas, mientras iba en el metro, cada mañana se fijaba en las orejas de los demás viajeros, y se dio cuenta que todas eran diferentes... no veía más que diferencias de aquel órgano cartilaginoso y externo y eso le llevó a pensar ¿Que tipo se habrá tomado la molestia de hacer tantas diferentes? ¿cómo puede ser esto así? y así llegó a la conclusión, sintiendo la emoción de aquél descubrimiento, como tenía que haber un Dios, un Dios Creador, como el que le había contando...   
            ¿Y qué pasó después?- interrumpí bruscamente. 
Pues que después del trabajo me llamó, me dijo que quería hablar conmigo, que tenía que contarme lo que le acababa de pasar, que casi no podía esperar...
Y cuando nos vimos aquella tarde de invierno, me lo contó, me dijo que se había convertido mirando orejas en el metro, yo no supe que decir, pensé que era una broma, pero no era un tipo que bromeara a menudo... y que quería bautizarse, ¡lo quería todo!estaba asombrado de su descubrimiento y así fue la historia del japonés que se convirtió mirando orejas en el metro..., que por cierto, ¿por qué te he contado? siempre nos desviamos del tema, siempre me lías a que te cuente cualquier anécdota y se nos pasa el tiempo...

Extracto de Conversaciones con D.V.

jueves, 26 de febrero de 2015

Tenía que decirlo...

Sí, hoy viendo las noticias se me ha hecho un nudo el estómago, gajes del oficio, los yihadistas han publicado un vídeo de como destruían unas estatuas milenarias del museo de Irak.

Cuando me he ido a dar cuenta estaba apretando el puño, como de impotencia ante tal barbaridad, cuando una voz por dentro me decía ¿y las vidas qué? no son vidas milenarias, son vidas humanas, personas, entonces, si que me he estremecido ¿dónde queremos llegar?

No pretendo crear un blog reivindicativo, simplemente cuanto algunas de las cosas que se me ocurren a lo largo de los días, pero volviendo a lo anterior ¿dónde queremos llegar?.
Por favor, intentemos frenar esto, desde aquí podemos, podemos apoyar de muchas maneras. Piensa globalmente, actúa localmente, decía una pegatina de hace tiempo...

¡Pues eso! Muy bien, demos gracias, pensemos en lo afortunados que somos, y apoyemos, como mejor creas que puedes, a todos aquellos que sufren, de aquí, de las periferias, de Ucrania, de Gaza, de Venezuela y de Irak.
¡Date cuenta! No esperes a ver las noticias y lamentarte.



Y si lo crees, reza.
Blaise Pascal decía algo así: Si crees en Dios y por ello tienes buena conducta, y resulta que no existe, no habrás perdido nada, si resulta que existe ¡mola!



Pues eso, piénsalo, yo tras mi pantalla, he estado pensando cosas que hacer antes de dormir, no por acallar mi conciencia, si no porque lo que yo no haga ¿quién lo hará?, venga, que entre todos saldrá mejor.
Cuenta conmigo ¿Cuento contigo?






domingo, 22 de febrero de 2015

Crecer ante la adversidad...

Perdonadme, hacía mogollón que no escribía, he estado adaptándome al nuevo cuatri, curro... lo típico...
Tenía en mente escribir algo sobre esto, me flipa la gente que ante una adversidad se crece ¡a lo bestia!
Y mientras suena la bso de Braveheart me viene a la mente una de mis frases inspiradoras por excelencia "Las batallas las ganan los soldados cansados", que queréis que os diga, cuando empiezas a estudiar super fresco y 12 semanas antes del examen pues no te cunde de la misma manera que cuando estás hasta las narices de estudiar y los tienes todos seguiditos, te duermes en cuanto te despistas pero ahí estás dando el callo, en cualquier biblioteca, incluso en la Zambrano un domingo a las 10 de la noche, contando las horas que te quedan para esa entrega o ese señor examen, como quien está al pie del acantilado, observando la inmensidad del mar, y como las flotas enemigas se aproximan, mientras tú, que te has leído hasta la saciedad a Blas de Lezo, te lo imaginas desde Cartagena, y coges tus apuntes y ¡al toro! no queda tiempo y te tiene que cundir, miras a tu compañero de estudio y comentáis la última jugada, una estrategia, porque sabes que ¡hay que ganar!
Y estás cansado, pero no muerto, y eso es bueno, quizá también te falte una pierna, el ojo o una mano, pero ahí sigues y contemplarás, cansado la victoria final.
Y es que, el ejemplo de este militar sirve para todos, aunque el viento no sople a tu favor, aunque surjan mil contrariedades, sabes y quieres ¡y puedes!